LA ZARZA QUE YO QUIERO
La Zarza que yo quiero no tiene prisa, sus días fluyen como el agua del arroyo, sus noches son serenas, llenas de estrellas, y en sus calles, el tiempo se detiene. La Zarza que yo quiero no tiene espinas, sabe que en la tranquilidad reside su fuerza, con la mirada puesta en sus raíces profundas, abrazando su esencia sin premura. La Zarza que yo quiero no tiene fronteras, su belleza trasciende lo físico, reside en el alma de quienes la aman, en el eco de sus risas, sus cantos y sus susurros. La Zarza que yo quiero no tiene rencores, se mira hacia adelante con esperanza, se deja atrás el peso de las afrentas, y se abraza el presente con gratitud.